lunes, 27 de junio de 2011

Capítulo diez.

A la mañana siguiente, nos despertaron a las 8:30 para ir a desayunar todos juntos a las 9:00. Todos teníamos sueño, sobre todo yo, ya que el anterior día de venir no dormí absolutamente nada y ayer me acosté tarde. Fuimos a la cabaña principal, que era donde estaban esperándonos los monitores. Yo iba con los chicos, riéndome de las payasadas que hacían. Cuando llegamos, vi a Mel que estaba sola, así que fui a hablar con ella.
-Hola, Mel, ¿qué tal?
-Ah,... hola,... bueno,... ¿y tú?
-Bien, ¿qué te pasa?
-Nada, de verdad.
-No me lo creo, a ti te pasa algo. Venga cuéntamelo.
-Es que,... veras... anoche, cuando fui a la cabaña de las chicas, todas estaban con sus amigas y yo no estaba con nadie... y me empezaron a mirar raro, con cara de asco...
-Pero por eso no te preocupes, es normal, al principio siempre suele pasar eso en todas partes. Mira, si quieres, te puedes venir con los chicos y conmigo a desayunar, así no estarás sola.
-No sé,... me sentiría un poco acoplada...
-Que no, verás como te diviertes, venga, vente.
-Hasta que no diga que sí, no te vas a callar, ¿no?
-No. Me has pillado.
-Jajaja, bueno, vale.
Mientras estábamos desayunando, Mel y yo nos sentamos juntos en la mesa de los chicos, todos los chicos se le quedaron mirando con cara de "¿qué hace esta aquí?" Pero pronto intervine yo.
-Hey, chicos, esta es Melinda.
-Hola, Melinda-dijeron los pocos que estaban escuchando en ese momento.
-Mira, te voy presentando, si quieres.
-Vale...
-Estos de aquí son Álvaro, Luis, Juan, Fer, Héctor, Marcos y Matías. Estos otros que están haciendo el tonto con el papel son Alex, Hugo y Sergio. Y por último, estos dos que se ríen de las payasadas que hacen los demás son Áxel y Alberto.
-Encantada-comentó Mel, un poco avergonzada.
Empezamos a desayunar, para desayunar había cereales de chocolate, que según los profesores eran cagarrutas de conejo, pero nadie les creía; pan con mantequilla y mermelada, estaba rico el pan, la mermelada estaba un poco agria y la mantequilla ya estaba derretida; y, por último, teníamos unos bollitos, eran de chocolate y crema, estaban buenísimos y tenían una pinta que hacía que la boca se te hiciera agua.
Cuando acabamos de desayunar los monitores nos llevaron a hacer otro juego, pero este era más divertido. Teníamos que ir en grupos de seis; tres chicos y tres chicas. Mel y yo íbamos juntos y después nos juntamos con Alberto y Luis. Nos faltaban dos chicas, todos miramos alrededor y yo vi a una chica que estaba sola, así que fui a hablarle para ver si se venía a nuestro grupo.
-Hola, ¿cómo te llamas?
-Nuria, ¿y tú?
-Adri. Veo que no tienes grupo, ¿te vienes al nuestro?
-Vale, ¿por qué no? Como tu bien has dicho, no tengo grupo.
Fuimos a donde estaba mi grupo, nos faltaba una chica, pero veíamos que estaban todas ya juntas, hasta que Mel vio a una chica que le estaban diciendo que no podía ir en ese grupo porque ya eran tres chicas.
-Adri, ve tú a hablar con ella-comentó Mel.
-¿Y por qué no vas tú?
-Pues porque me da vergüenza.
-Pero tienes que intentar quitarte la vergüenza. Venga, ve a hablar con ella y así haces una nueva amiga. Ah, por cierto chicos, esta es Núria.
-¡Hola!-saludaron todos.
Melinda fue a hablar con aquella chica. La chica era más alta que ella pero no mucho, unos centímetros como mucho. Llevaba una camiseta que ponía "I love Nueva York", unos shorts blancos y unas converse negras. Cuando le vi la camiseta, me encantó, yo desde pequeñito he querido una camiseta de esas, pero como apenas podía irme de viaje por culpa del trabajo de mi madre, pues no he tenido nunca una camiseta de esas, aunque me encantaría.
-Hola, he visto que no tienes grupo, así que si quieres te puedes venir al nuestro.
-Hola, vale, gracias, pero... ¿cómo te llamas?
-Yo me llamo Melinda, pero me puedes llamar Mel, ¿y tú?
-Encantada. Yo soy Lucía.
Mel y Lucía vinieron al grupo. Mel le presentó a todos los que componíamos el grupo. Y le comenzaron a preguntar por qué no le dejaban estar en ese grupo.
-Una pregunta, Luci, ¿te puedo llamar así no?-preguntó Luis.
-Sí, por supuesto.
-Vale, pues a lo que iba, ¿por qué no te dejaban estar en ese grupo?
-Pues, sinceramente, no lo se. Ellos decían que era porque estaba lleno, pero en verdad, al principio yo llegué a ese grupo antes que esa otra chica-dijo señalando a una chica.
-Ah,... pues que raro, ¿no? Pero, bueno, ahora da igual, ya tienes grupo y seguro que lo vamos a arrasar-bromeó Alberto.
-Jajaja, ¡venga, vale!
Comenzamos el juego. La primera prueba era que teníamos que llevar, entre dos componentes del grupo, un globo de agua en el pecho  intentar que no se cayera. Teníamos que hacer ida y vuelta. A la vuelta se lo teníamos que pasar a otro grupo, pero solo lo podíamos coger con las manos en ese momento. Los primeros fueron Nuria y Luis. Nosotros les estábamos apoyando desde el punto de salida. No estuvo mal como lo hicieron, pero en el último momento, se les explotó el globo causando que se mojasen las camisetas. Cogieron otro globo que había en un cubo y comenzaron otra vez, pero en sentido contrario. Cuando llegaron nos lo pasaron a Mel y a mí. Lo hicimos a toda prisa, intentando que no se callera el globo y nos empapase. Hicimos una ida y vuelta perfecta y, aunque por el accidente de antes íbamos últimos, ahora habíamos remontado. Íbamos primeros. En cuanto llegamos, se lo pasamos a Alberto y Lucía. Lo hicieron de fábula. Ganamos la primera prueba.
Empezamos la segunda. Teníamos que coger unas manzanas con la boca. Las manzanas estaban sumergidas en agua y no las podíamos coger con las manos. Si las cogíamos con las manos, nos expulsaban de esa prueba. Comencé yo, ya que cuando el agua está un poco babeada me da un poco de repelús. Cogí tres manzanas de diez que habían. No estaba mal para ser la primera vez que lo hacíamos. Después, lo hizo Lucía, solamente pudo sacar una manzana. Pero no pasa nada, porque después Alberto sacó cuatro manzanas, dejando solamente dos. La siguiente fue Núria, pero no consiguió sacar ninguna porque se le metía el agua entre la nariz y eso era muy angustioso, así que su turno lo hizo Mel. Sacó todas las manzanas y lo hizo bastante rápido. A los demás les quedaban una, dos o tres manzanas por coger. Pero a nosotros ninguna, así que volvimos a ganar.
En la tercera y última prueba teníamos que coger un vaso de plástico lleno de agua, pasarlo por todos los componentes del grupo y conseguir llenar un recipiente. El vaso se nos cayó varias veces, ya que estaba lleno de babas y daba un poquito de cosa. Pero eso no impidió que volviésemos a ganar. Los monitores, al ver que habíamos ganado todas las pruebas, nos recompensaron después comiendo con un helado. Eran de vainilla, mi favorito, así que el premio fue muy placentero para mí.

jueves, 23 de junio de 2011

Capítulo nueve.

Era por la mañana, no había dormido nada absolutamente, me tiré toda la noche pensando en lo sucedido. Tenía que estar en el campamento a las 10:00, así que me levanté de la cama, cogí la ropa que había preparado el día anterior para vestirme hoy y me fui directo al baño a ducharme. Cuando acabé de ducharme, ya eran las 8:30, fui a la habitación y me vestí. Después de vestirme, fui a despertar a mamá. Se levantó y me hizo el desayuno mientras yo bajaba la maleta a la puerta para después no tener que bajarla con prisas. Desayunamos callados, debido a que cada uno tenía sueño, lo único que yo no tenía mucho sueño, ya que me tiré toda la noche despierto y me sentía con mucha energía. Terminamos de desayunar y yo me fui a lavarme los dientes y peinarme. Terminé de peinarme y lavarme los dientes, cogí el móvil, miré si mamá ya estaba lista para salir y fui abajo. Al cabo de cinco minutos, ya habíamos salido de casa. Llegamos al campamento cinco minutos antes y todos estaban allí. Los monitores miraban a los niños y comentaban alguna cosa, supongo que dirían que esperan que seamos buenos o algo por el estilo. Yo miraba a la gente con la que tenía que ir, parecían simpáticos, lo que veía que con algunos tenía que tener cuidado con las palabras que utilizaba porque tenían cara de mala leche. Comenzamos a sentarnos en las sillas y mesas que habían. Yo estaba sentado en una mesa, con mi madre debajo mía. Comenzó a hablar el coordinador del campamento. A los diez minutos apareció una chica guapísima disculpándose por llegar tarde. Iba con su madre. La madre también era guapa, así que supongo que la hija salió a la madre en la belleza. Cuando acabaron de hablar todos los monitores, los padres se fueron, pero primero se despidieron de sus hijos, la mayoría de los padres decían: "Llámame cada día por la noche y me cuentas todo lo que has hecho". Empezaron haciendo un juego. Todos teníamos que decir nuestro nombre, seguido de nuestra edad y decir el por qué habíamos ido a ese campamento. Comenzaron por la derecha. Cuando me tocó a mí me puse un poco nervioso, pero rápidamente dije: "Me llamo Adrián, tengo catorce años para quince y vine a este campamento porque mi madre no quería dejarme en casa todos los días durmiendo hasta la una o dos". Todos se rieron y muchos asintieron. Me preguntaron también cuando los cumplía. Yo respondí: "El nueve de septiembre". Dos turnos después, le tocó a la chica tan guapa que llegó tarde. "Me llamo Melinda, tengo catorce años para quince y vine a este campamento para pasármelo bien y divertirme conociendo gente nueva". Su voz era muy dulce, suave y tranquilizadora. Su pelo era castaño claro, depende del sol parecía rubio. Sus ojos eran grandes y muy expresivos, eran azules, pero un azul claro como el azul del cielo. Sus labios eran finos pero carnosos. Iba vestida con una camiseta de tirantes blanca, unos shorts negros y unas chanclas blancas. Cuando acabamos todos de hablar,los monitores se fueron a preparar la gimcana y nos dejaron solos. Todos se fueron con la gente que conocían, pero se ve que Melinda y yo no conocíamos a nadie, así que fui a hablar con ella.
-Hola, yo soy Adri. ¿Qué tal?
-Melinda, bien, ¿y tú?
-Bien, veo que de aquí no conoces a nadie.
-No,... bueno,... sí conozco a un par de chicas, pero solo de vista, nunca me he parado a hablar con ellas. ¿Y tú?
-Pues no,... la verdad es que no conozco a nadie ahora mismo, bueno, te estoy conociendo a ti.
-Jajaja, pues encantada, yo también te estoy conociendo por lo que veo.
-Jajaja, sí, ¿y qué te parezco?
-Muy simpático y gracioso. Y guapo-dijo sonrojada.
-Muchas gracias, tú también eres muy guapa y no lo digo por decir.
Estuvimos hablando hasta la hora de cenar. Nos dieron de cenar una de esas hamburguesas que dan en los campamentos, que en verdad es la carne y unas patatas crudas pero deliciosas. Después de cenar, los monitores nos llevaron a la "cabaña" donde nos reunimos al principio del día. Fuimos todos detrás de ellos. Cuando llegamos, nos explicaron un juego, tenía pinta de ser divertido, pero era en parejas, así que le propuse a Melinda si quería ir conmigo.
-¿Quieres ir conmigo, Melinda?
-Vale. Por cierto, me puedes llamar Mel, es como me llaman todas mis amigas.
-De acuerdo Mel, a mí me puedes llamar Adri, es como me llama todo el mundo.
Mel asintió con la cabeza y comenzamos a hacer el juego. La primera prueba era de buscar objetos que estaban escondidos por el lugar. Había que encontrar un monedero, un recipiente cuadrado de perfume, una pelota de plástico, una caja de chicles y una radio pequeña. Mel y yo no nos separábamos, debido por la oscuridad y que si nos llegábamos a separar a lo mejor nos perderíamos, no queríamos separarnos. Lo encontramos todo antes que los demás, así que ganamos la prueba. Mel y yo, cuando nos dijeron que la habíamos ganado, de la emoción, nos abrazamos.
-Perdón-dijo Mel.
-No pasa nada, no tienes que pedirme perdón, no has hecho nada-le dije yo para que no se sintiera mal.
-Si,... si que lo he hecho: te he abrazado.
-Pero no pienses eso, un abrazo es una muestra de cariño normal, es como si yo ahora mismo cojo a alguna de las personas que está presente y le abrazo. No pasa nada-dije yo con tono irónico.
-Bueno,...no sé...
-Venga, déjalo.
Cuando por fin la convencí de que no pasaba nada, empezamos a jugar a otro juego. Pero el otro fue más aburrido y no ganamos. Cuando acabamos el segundo juego ya eran las doce, la hora máxima de toque. Así que los monitores nos mandaron a dormir. Las chicas se fueron para su cabaña y los chicos para la suya. Yo, cuando fui para la cabaña, no sabía que hacer, no conocía a nadie, pero pronto me comenzó a hablar un chaval que parecía bastante simpático.
-Hola, yo soy Alberto, ¿y tú como te llamas?
-Hola, yo soy Adri, encantado.
-Igualmente. He visto que de aquí no conoces a nadie, bueno si a esa chica tan guapa con la que estabas hablando, Melinda creo que se llamaba, ¿no?
-Sí, se llama Melinda, pero no la conocía de antes, la acabo de conocer hoy, porque veía que ninguno de los dos hablaba con nadie y, mira, aproveché.
-Ah,... pues mira, ya que dices que no conoces a nadie del campamento, yo te presento a algunos.
Entramos en la cabaña, estaba llena de chicos riendo, bailando, cantando, divirtiéndose mucho, por lo que se veía. Cuando abrimos la puerta, todos los chicos se nos quedaron mirando. Y Alberto empezó a hablar.
-Chicos, este es Adri, saludar, ¿no?
-Hola, Adri- dijeron todos a unísono.
-Mira, estos de aquí que están escuchando música son: Alex, Alvaro, Andrés y Axel. Anda, mira, los cuatro ases, jajaja-dijo señalándolos y riéndose a la vez.
-Encantado.
-Aquellos de allí que están bailando son: Fer, Héctor, Hugo, Luis y Juan.
-Ajam, ¡hola!
-Y los que quedan por allí son: Marcos, Matías y Sergio.
-Encantado.
-Igualmente-dijeron los que me escuchaban.
Empezaron a venir los monitores para decirnos que ya nos deberíamos de ir a dormir. Todos empezaron a quitarse la camiseta y el pantalón, la mayoría durmieron en boxers, y algunos con camisetas y otros sin ella. Yo, dormí con boxers y una camiseta por si a lo mejor tenía un poco de frío. Comenzamos a hablar un poco, hasta que volvió a pasar un monitor y nos dijo que nos callásemos. Entonces todos nos callamos y nos fuimos a dormir.

miércoles, 22 de junio de 2011

Capítulo ocho.

Día 30 de junio, mañana me iba al campamento, así que tenía que hacer la maleta. Saqué la maleta del armario y comencé a sacar ropa del armario. Ropa cómoda para estar en un campamento, pero también meteré ropa para "salir", por si algún día hacíamos alguna fiesta. Metí en la maleta diez boxers, diez pares de calcetines, quince camisetas de manga corta, una chaqueta de manga larga por si hacía frío algún día, diez pantalones piratas, cuatro pijamas; aunque no sé porque meto pijamas si normalmente suelo dormir sin camiseta y en boxers y seguro que allí los chicos harán lo mismo. Cuando acabé de hacer la maleta, llamé a mi madre, ya que no se me ocurría que más me podía llevar. Mamá dijo que me llevara un chubasquero, porque a lo mejor llovía. Yo le decía que dudaba muchísimo que lloviera. Pero, más tarde, miré en el ordenador el tiempo que haría todo el mes de julio. Y efectivamente, había una semana que a lo mejor habían nubes. Y también habían dos días que iba a llover bastante. Mamá tenía razón, así que metí el chubasquero en la maleta. Cuando ya pensaba que lo tenía todo me acordé del móvil y del cargador. Lo busqué, miré el móvil y lo puse a cargar. Cuando acabó de cargar metí el cargador en la maleta y el móvil lo puse al ladito de mi cama para acordarme. El móvil estaba junto al Ipod para llevarme los dos. El Ipod estaba cargado completamente y llevaba dos baterías por si acaso una se acababa. Las dos baterías las compré el año pasado para un viaje que hice a Nueva York. Cuando volví de aquel viaje, las guardé y se me olvidó donde las metí. Una semana antes de irme, arreglando mi habitación para cuando volviera encontrármela limpia y no deprimirme de ver la porquería que había de por medio, las encontré y me las puse en un lugar donde siempre sabría donde estaban, las guardé en una funda donde guardo los cd's y dvd's. Acabé la mochila, hice una lista con todo lo que me llevaba para que cuándo esté allí no pierda las cosas el último día. En cuanto acabé de hacer la lista, miré que deberes me faltaban. Solamente me quedaba un tema de física y química así que lo acabé rápidamente. No tardé mucho. Cuando acabé, por arte de magia, sonó el móvil provocando que me asustase. Lo cogí. Era Martín. Me decía si quería quedar. Le dije que vale, ya que había acabado de hacerlo todo. Dijo que nos veríamos en la tienda de música que está a dos calles de mi casa en una hora, es decir, a las 20:30. Acepté y me fui corriendo a coger la ropa para salir y ducharme. En cuanto acabé de ducharme y vestirme, cogí un poco de dinero de mi madre, me despedí y me dijo que a las 22:30 como muy tarde en casa, ya que al día siguiente si quería llegar a tiempo al campamento me tenía que despertar a las ocho. Le di un beso y salí corriendo. Llegué en veinte minutos, ya que iba lento y tenía tiempo. Cuando llegué ya eran y media, allí estaba Martín, solo, esperándome. Cuando llegué nos fuimos a dar una vuelta y en cuanto llegamos al restaurante del padre de un compañero de clase me puso una venda en los ojos y me llevó a saber dónde. Me decía por donde tenía que ir; derecha, izquierda, escalón, queda poco, tranquilo... y así todo el rato. Pasaron más o menos quince minutos desde que me había puesto la venda. Acabé de subir unas escaleras. Yo no tenía ni idea de a dónde me llevaba, pero la duda me atraía un misterio muy divertido. Llegamos a una casa, solo se eso. De repente noté como Martín me soltaba, escuchaba un silencio que daba miedo y todo. Noté unas manos que se acercaban a mí, las manos temblaban y estaban frías, eran suaves y delicadas, supongo que eran de una chica. Esas manos tan misteriosas me agarraron de la cabeza y me quitaron la venda. La luz estaba apagada y seguía sin ver nada, ni siquiera de quién eran aquellas manos tan suaves y delicadas. Entonces, de repente, alguien encendió la luz, iluminando toda la habitación y la gente. De repente, se alzaron todos y gritaron: "¡¡Sorpresa!!". Yo, ilusionado me reí, no me lo esperaba. Me giré para ver de quien eran aquellas manos, eran de Sofía, la chica que conocí en la playa. Me gustaría saber cómo han contactado con ella, se supone que nadie sabía que yo tenía su número ni nada.
-¿Y esto?-pregunté muy emocionado.
-Pues es una sorpresa, como te vas mañana y no te veremos hasta el mes que viene, pues nos queríamos despedir de ti a lo grande-me explicó Nata.
-Ah...que bien, muchas gracias, me encanta.
-Jajaja, de nada-contestaron todos a unísono.
-¿Y de quién ha sido la idea?
-La idea fue mía-dijo Sofía
-Ah.. ¿y cómo sabías tú que yo me iba a un campamento todo este mes?-pregunté extrañado.
-Pues porque hace unos días me encontré con Carol, Laura y Nata por la calle y una cosa llegó a la otra y me acabaron de contar que te ibas. Y de allí saqué la idea. ¿Te gusta?
-No. ¡Me encanta!-contesté mientras le daba un abrazo.
-¡Oh!-dijeron todos a unísono otra vez.
Cuando me di cuenta de la hora, eran las 22:00, así que llamé a mi madre a ver si me dejaba más rato.
-Mamá, ¿me dejas más rato?
-¿Por qué?
-Porque me han hecho una fiesta sorpresa para despedirme y me estoy divirtiendo mucho.
-Bueno vale, tú sabrás lo que haces, a las doce te quiero en casa y no llegues tarde esta vez.
-De acuerdo, gracias.
Me quedé en la fiesta hasta las 23:30. Estuvo super divertida, todo el mundo bailando, riendo, gritando, etc. Cuando ya eran las 23:30, Sofía y yo nos fuimos, despidiéndonos primero de todos y yo dando las gracias por la sorpresa. Sofía tenía que llegar a las doce a casa como yo, así que no nos paramos mucho. Tardamos veinte minutos en llegar a su casa. Cuando nos despedimos, no fue una despedida normal, fue mágico. Me dio un beso de aquellos que jamás olvidaras. Me hubiese quedado más tiempo, pero el problema era que tenía que volver a casa rápido o si no mi madre me echaría la bronca y estaba tan feliz que no quería que nadie me quitase esa felicidad. Así que le di un último beso, un abrazo y salí corriendo camino a mi casa. Cuando llegué eran las doce en punto. Así que mi madre no me dijo nada. Me metí en la cama e intenté dormir, pero no pude, no conseguía olvidar lo que había pasado y mucho menos aquel beso tan maravilloso.

Capítulo siete.

Salimos de la playa todos juntos, la mayoría se iba en coche o en bus, menos algunos que iban andando, entre ellos Sofía y yo, lo único que cada uno se iba por un camino distinto. Estuvimos más de diez minutos hablando todos juntos. Cuando nos despedimos, Sofía y yo fuimos por nuestro camino.
Por el camino hablamos de experiencias amorosas. Ella me contó que hace poco estuvo saliendo con un chaval de diecisiete años, pero que le dejó no hace mucho porque él lo único que quería era "echar un pinchito", como bien diría una amiga suya.
-¿Y porqué lo dejasteis?-pregunté.
-Pues porque yo no quería perder la virginidad con él.
-¿Y ya la has perdido, o aún no?
-No,... estoy esperando al chico perfecto, pero de momento no ha aparecido. ¿Y tú, la has perdido?
-No,... aún no,... se puede decir que yo soy un poco más tranquilo comparado con los demás.
-¿Los demás?-preguntó mientras habría los ojos como platos.
-Sí,... como algunos de mi clase, que son muy directos.
-¿Y tú no?
-No.
-¿Por qué?
-Por que a mí me gusta ir poco a poco, disfrutando los bellos momentos, sin prisas.
-Ah,... a mí también me gusta disfrutar de aquellos momentos e ir poco a poco-dijo, en forma de indirecta.
-Ya,... es más bonito.
-Pues sí. Oye, ya hemos llegado a mi casa...
-Ah, vale, pues ya nos veremos, cuídate.
-Y tú también.
Se dio media vuelta y se quedó parada. Se giró mientras miraba como me alejaba. Vino corriendo hacia mí. Me agarró del brazo, me giró y me besó. Era un beso tierno, suave, lleno de pasión, un poco salado por la sal de la playa, pero era maravilloso. Sus labios carnosos hacían que sintieras la pasión que ella sentía y supongo que la mía también. Después alejó sus labios carnosos de los mios, me abrazó y me susurró al oído: "lo siento", yo le respondí: "no pasa nada". Me la aparté del cuello y la volví a besar. Esta vez, el beso era con más pasión aún. Nuestros labios se dejaban llevar por la emoción. Abrí el ojo derecho para ver si alguien nos estaba mirando, pero no había nadie. Solamente nosotros dos y toda la pasión que nos envolvía en aquel momento. Solamente espero una cosa: que nunca jamás se me olvide este maravilloso momento.

lunes, 20 de junio de 2011

Capítulo seis.

Ya era martes, habíamos quedado a las 12:00 en la entrada de la playa. Yo me desperté a las 10:30, no estaba mamá despierta, así que intenté hacer el menor ruido posible. Bajé a la cocina, me preparé mi bol con cereales y subí a mi habitación para hacer la mochila mientras comía. Acabé de hacer la mochila y el desayuno. Volví a bajar a la cocina y comencé a hacerme un bocadillo de jamón para comer algo en la playa. Subí al baño y me puse el bañador. En cuanto salí del baño me puse a buscar las chanclas. Mi casa está a media hora de la playa andando, así que fui andando. Cuando salí de casa, eran las 11:25, así que no iba a llegar muy tarde. En cuanto llegué, no había nadie, solo un grupito de chicas guapas esperando a saber qué.
A los minutos, comenzaron a venir los demás, se ve que se habían encontrado por el camino o algo, porque venían todos juntos, pero bueno, no me importaba, estaba dispuesto a divertirme y no dejar que nada me influyese de una forma negativa.
En cuanto entramos a la playa, todos nos quitamos la ropa, descubriendo el bañador que llevábamos debajo de la ropa. Los bañadores eran sencillos, no muy complicados, algunos tenían dibujitos graciosos, otros en cambio, eran tan simples que solamente tenían el color de la tela y nada más.
Nos metimos rápido en el agua, ya que hacía mucha calor y se puede decir que todos estábamos sudando del calor que teníamos. A medida que pasaba el tiempo en el que estábamos en el agua, la gente se iba alejando a la orilla. Yo, fui uno de los primeros en irme, ya que el agua estaba fresquita y muy buena, pero la sal ya me estaba empezando a afectar en los ojos y eso no me gustaba nada en absoluto.
Cuando salí, me di cuenta de que las chicas que estaban en la entrada estaban echadas mientras tomaban el sol. Una de ellas, se dio cuenta de que la estaba mirando, así que se quedó mirándome. Nos quedamos los dos a la vez mirándonos, nuestras miradas se cruzaron por completo y se podía decir que con una simple mirada nos lo decíamos todo. A ella le empezó a salir una grande, pero tímida sonrisa que me contagió a mi también. Parecíamos tontos, los dos mirándonos y sonriendo sin venir a cuento. Una de sus amigas se dio cuenta de nuestras miraditas, así que intervino. La amiga le dijo a saber qué al oído, solo sé que la chica de las miraditas se sonrojó. Yo me di media vuelta para ver que estaban haciendo los demás. Todos me estaban mirando con cara de "venga, acercate". Y me comenzaron a decir que fuese, pero yo me negaba.
-Venga, ve: es mona-me decía Alan.
-Que no pienso ir-respondía con tono serio.
-Pero venga, suéltate-me dijeron Laura y Nerea.
Al final, tanto me insistieron ellos y yo tanto me negaba para nada. La chica se estaba acercando a mí. Todos se quedaron asombrados y yo no sabía que decir. Cuando la chica apareció y me saludó, la cogí y me la llevé a dar una vuelta por la playa, ya que obviamente mis amigos iban a estar pendientes y sus amigas no nos iban a quitar la vista de encima y nos sentiríamos bastante vigilados. Mientras andábamos por la playa íbamos hablando, lo único que un poco cortados.
-Bueno, ¿cómo te llamas?-pregunté.
-Sofía, ¿y tú?
-Yo soy Adrián, pero me puedes llamar Adri, si quieres.
-Vale-respondió con una sonrisilla tímida-, ¿y cuántos años tienes?
-Catorce para quince, ¿y tú?
-Catorce para quince, también.
-Nos hemos alejado bastante por lo que se ve.
-Pues sí, bueno, es que con esta buena compañía te alejas de todo lo ajeno.
-Jajaja, gracias, tu compañía también es muy buena-le dije bastante sonrojado.
-De nada, es la verdad.
Sofía se me acercó bastante a mí, supongo que estaba bastante cómoda. Alcé el brazo y se lo puse por el hombro, ella me puso la mano en la cintura. Parecíamos una de esas parejitas que van juntos a la playa. La mayoría de la gente se nos quedaba mirando, pero a nosotros no nos importaba, estábamos muy tranquilos los dos juntos riéndonos de nuestras tonterías. Hubo un momento que nos dio a los dos por volvernos para atrás. Estábamos bastante lejos, así que decidimos volver, aunque no queríamos porque ambos sabíamos perfectamente que nos preguntarían a ambos qué había pasado. Por el camino me enviaron un sms, ya que llevaba el móvil. Era Martín. Quería que volviésemos pronto porque ellos tenían en mente irse y no iban a dejar mis cosas allí abandonadas. Yo le contesté con otro sms, decía textualmente: "Ya vams, estams de camino". Sofía al ver que tenía el móvil me lo cogió y comenzó a escribir una cosa en él, pero, por culpa del sol, no lo podía leer perfectamente. Me lo devolvió y me dijo: "guárdalo bien". No sabía a qué se refería pero le asentí. En cuanto llegamos, las amigas de Sofía no estaban, se habían ido, pero dejaron las cosas de ella a mis amigos.
-Tus amigas se fueron hace bastante rato, pero nos dejaron tus cosas-explicó Nata.
-Joder, ¿y no os dijeron nada?
-No... solo nos dijeron: "nosotras nos tenemos que ir, ¿os podéis quedar vosotros con las cosas de nuestra amiga?-comentó Nerea.
-Vale, gracias por todo, ya hablaré yo con ellas. Por cierto, soy Sofía.
-Encantada, yo soy Nata y ella es Nerea.
-¿Y los demás?-preguntó.
-Mira, él es Alan-dijo, ya que él estaba a su lado.
-Encantada.
-Los demás son: Martín, Laura, Carol, Samu, Vero y como ya sabrás él es Adri-dijo, señalando mientras decía sus nombres.
-Jajaja, sí, encantada.
-Igualmente-respondieron todos al unísono.
-Y, bueno, ¿ahora como te irás a tu casa?-preguntó Samu.
-Pues vivo a una media hora aproximádamente de aquí, pero en principio me iba a ir con mis amigas, todas juntas.
-Ya,... ¿dónde vives?-preguntó Nata.
-Vivo por la plaza, que hay al lado una panadería y una tienda de gominolas.
-Anda, mira que casualidad, vives cerca de Adri-dijo Alan con tono pícaro.
-¿Es verdad?-preguntó Sofía bastante sonrojada.
-Sí,... si quieres vamos juntos-dije yo, también sonrojado.
-Bueno, vale...-respondió ella bastante cortada.
-Bueno, chicos, tenemos que recoger ya, que es tarde-dijeron Laura y Carol.

Capítulo cinco.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, eran las 14:00. No entendía cómo había dormido tanto, sería porque estaba cansado. Pero era extraño, mamá me suele despertar como muy tarde a la una, pero esa vez no me había despertado... Me levanté de la cama y fui al salón a ver si estaba allí, pero no.
Después fui a su habitación y, efectivamente, estaba allí, durmiendo tan plácidamente.
-Mamá, despierta.
-¿Eh? ¿Qué pasa, hijo?
-Pues que te has quedado dormida.
-¿Y qué hora es?
-Las dos de la tarde.
-¿Tanto he dormido?
-Sí, mamá.
-Bueno, pues enseguida me levanto y hago la comida. ¿Qué quieres comer?
-Hmmm, no sé,... me apetece una tortilla de patatas, pero con cebolla dulce, como a mí me gusta.
-Bueno, vale. Enseguida me pongo a hacerla.
-De acuerdo.
Fui camino a mi habitación, cerré la puerta, dejando a mamá durmiendo esos minutitos de más. Me puse a buscar el libro de física y química, ya que el día anterior no lo encontré y tenía que acabar los ejercicios. Me tiré más de quince minutos buscándolo, hasta que lo encontré. Estaba escondido debajo de la ropa sucia. Decidí arreglar mi ropa sucia y mandarla a lavar antes de que mamá me llamase para comer. Había bastante ropa, se puede decir que llené una cesta entera. Bajé la cesta a la cocina, que es donde está la lavadora. En cuanto bajé mi madre me comenzó a hablar.
-Adri, pon la mesa, hijo.
-Vale, mamá. ¿Dónde está el mantel?
-En el cajón que tienes a tu derecha.
-Vale.
Puse la mesa; los cubiertos, los vasos, las bebidas y la tortilla, que ya estaba hecha. Comí super bien, la tortilla estaba muy rica y jugosa. En cuanto acabamos de comer, recogí la mesa y lavé los platos, ya que mamá me lo había pedido. Cuando acabé fui a mi habitación. Comencé a hacer ejercicios de física y química. Cuando me aburrí, cogí todos los cuadernillos y miré cuánto me quedaba. No me quedaba mucho: de matemáticas me quedaban seis temas; de física y química, siete; de sociales todavía tenía que preparar el examen; y, por último, de ingles y francés ya lo había acabado. Encendí el ordenador, no había nadie interesante conectado, así que decidí dejarlo encendido, poner música y seguir haciendo deberes de matemáticas. Cuando acabé los deberes de matemáticas, comencé a subrayar el libro de sociales. Solamente lo subrayé porque ya estaba cansado de tantos mapas y tanto todo. Cuando acabé ya eran las nueve de la noche, mamá me dijo si quería cenar, pero le dije que no, no tenía mucha hambre en ese momento. Cuando mamá cerró la puerta miré a ver quien había conectado. Solo habían nueve personas: mi primo Manu, mi prima Aída, Alan, Martín, Nata, Nerea, Carol, Samu y Vero. Pensé; con mis primos no voy a hablar porque seguro que mencionaran lo de las notas y tal... Con Martín, Carol, Samu y Vero no voy a hablar porque estaran muy ocupados hablando de sus cosas y paso de esperar media hora a la contestación de alguien. Me faltan: Alan, Nata y Nerea. Con Nata ya hablé el otro día y no creo que me vaya a contar gran cosa nueva. A Nerea ya la vi ayer y no quiero que me cuente nada de lo que pasó después de que me fuera. Solo me queda Alan. Voy a hablarle a ver que me cuenta, me dije a mí mismo.
-Hola, ¿qué tal?
-Hola, bien, ¿y tú?
-Bien, aquí aburrido y cansado.
-Jajaja. ¿Qué te cuentas?
-Pues nada, aquí aburrido, ¿y tú?
-Pues hablando con Martín y Samu de ir a la playa todos los del grupo el martes, ¿te apuntas?
-Hmmm, suena tentador. Vale, me gusta la idea.
-Genial. Pues ya te diré algo de hora, lugar, playa y qué tendras que llevar, ¿vale?
-De acuerdo, pero no me lo digas muy tarde, ¿eh?
-No no, que si no despues no vienes, jajaja.
-Pues por eso.
Pasaron veinte minutos y él no me volvía a decir nada, no sabía que decirle así que yo también me quedé callado. Pasaron otros veinte minutos, en todo ese rato yo estaba viendo vídeos en YouTube para entretenerme, y en el momento que menos me lo esperaba, se me fue Internet. Genial, dije en mi cabeza irónicamente. Como veía que no volvía Internet, apagué el ordenador, fui al baño, volví a la habitación, cogí el libro de sociales y comencé a subrayarlo de nuevo. No tenía sueño y pensé: "ésta es la única manera en la que me puede entrar sueño" y sí, fue verdad. Acabé un tema entero y, de lo aburrido que era, comencé a bostezar un montón. Me quedé dormido con el libro encima de la cara, solo que cuando me desperté en medio de la noche estaba tirado por el suelo, claro, al haberme movido tanto, se cayó.

domingo, 19 de junio de 2011

Capítulo cuatro.

El parque estaba a media hora de casa y eran las 20:50, así que iría tranquilito. Cuando iba de camino, vi a una chica muy guapa en la otra acera, de su gran belleza me quedé embobado y me choqué contra un coche que estaba aparcado en doble fila. Estuve todo el camino riéndome mientras la gente me miraba con cara rara. Tenía la sensación de saber lo que pensaban, según lo que pienso yo, ellos en sus cabezas decían "este niño está loco, ¿de qué se reirá?" Pero a mí, por mucho de las caras raras y lo que pensaban, me daba igual, yo soy feliz y me gusta reirme solo por la calle.
En cuanto llegué, solo habían dos personas esperando. Eran Verónica y Samuel, la parejita de clase. Como de costumbre, estaban juntos, seguramente habran quedado tiempo antes para estar solos un rato. Me acerco a ellos y les saludo.
-Hola, chicos.
-Hola, Adri, ¿qué tal?-dijeron los dos a la vez.
-Bien, ¿y vosotros?
-Bien, ya nos ves, jajaja.
-Si,... ¿aún no ha llegado nadie?-pregunté para no quedarme un poco incómodo.
-Pues no,... deben de estar por llegar-dijo Samu.
-Pues supongo que sí. Oye, ¿vosotros sabéis que vamos a hacer ahora?
-Pues ahora mismo, en cuanto lleguen todos iremos al McDonalds-respondió Vero.
-Amm, vale, ¿y después?
-Iremos a casa de Nerea y nos pondremos a hacer la fiesta del siglo-respondieron los dos a la vez, riéndose mucho.
-Jajaja, vale.
Anda, mira, por allí venian Martín y Carol, otra parejita del grupo. Llevaban juntos ya ocho meses, me daban envidia de cómo se llevan y los felices que eran cuando estaban juntos, pero me daba igual, yo, en aquel momento, no quería nada serio, a lo mejor, un rollo no me va mal, pero prefiero estar solo. Los dos tortolitos cuando nos vieron, saludaron con la mano y se pusieron a reír. Carol cogió a Martín y le dijo algo al oído. Quería saber que le habría dicho, pero no sé... Es una de estas sensaciones de que quieres saber algo, pero en el fondo no quieres...
-Hey, ¡hola, chicos!-exclamó Martín.
-¡Hola!-respondimos todos.
-¿Aún no han llegado los demás? Son casi y media...-preguntó Carol.
-Pues no,... deben de estar por llegar, espero que no tarden...-respondí.
En cuanto respondí, Samu y Vero se rieron los dos solos, supongo que era porque era la misma pregunta que pregunté yo antes,... pero no le doy importancia. Pasaron diez minutos y aparecieron todos los demás. Se disculparon algunos con la excusa de que había mucho tráfico y los otros que salieron tarde de casa. Nos quedamos otros diez minutos hablando en aquel lugar hasta que dos de los que estabamos allí dijeron: bueno, ¿nos vamos ya? Entonces todos accedimos. Fuimos primero al McDonalds, cenamos entre muchísimas risas y despues fuimos a dar una vuelta. Cuando nos aburrimos de dar una vuelta fuimos a casa de Nere. Eran las 22:45 cuando llegamos y la hora se me pasó volando. Cuando me di cuenta de la hora eran casi las doce, así que me despedí de la gente, en especial de Nerea y me fui corriendo a mi casa. Cuando llegué eran las 00:30, mi madre estaba sentada en el sofá, con la luz apagada y viendo la tele. En cuanto me escuchó, se dio la vuelta y me empezó a preguntar porqué llegaba tan tarde. Le conté lo sudedido. No me dijo nada importante, pero eso sí, al día siguiente no pude salir y me tuve que quedar en casa a hacer deberes; ya que quedaba poco para que acabase el mes.
En cuanto acabé de hablar con mi madre, subí a mi habitación, me puse el pijama, guardé la ropa que me puse y me fui a dormir. Me quedé dormido enseguida, ya que estaba muy cansado y no aguantaba más.

Capítulo tres.

Ya era por la mañana, eran las 12:30. Aún tenía sueño, pero no conseguía volver a dormir, además tenía que ponerme a hacer deberes. A los diez minutos me dispuse a levantarme de la cama. Antes de ir a desayunar, fui al baño. Cuando salí del baño no escuchaba ruido alguno, busqué por todas partes a mi madre, pero no la conseguía encontrar. En cuanto me cansé fui a la cocina a prepararme mi bol de leche con cereales, como todas las mañanas. Cuando entré en la cocina ví una nota que ponía: "Adri, he ido a hacer la compra y a dar una vuelta con la vecina, volveré por la tarde, tienes pollo en la nevera si quieres, si no te puedes hacer pasta. Un beso, mamá."
En cuanto dejé de leer la nota fui a hacerme el desayuno rápidamente. Cuando acabé me fui al salón, encendí el televisor y me puse a hacer zapping. No echaban nada interesante, solamente culebrones, programas del corazón y poca cosa más. Puse música y decidí acabarme el desayuno. En cuanto me lo acabé fui a la cocina, dejé los platos en el lavavajillas. Lo encendí ya que estaba lleno. Fui a mi habitación y me dispuse a hacer debreres de ingles. Encendí el ordenador para poder utilizar el traductor. Me empecé a mirar el primer ejercicio, era sencillo, solamente tenía que juntar las frases.
Pasó media hora, me aburria de tanto hacer debreres, así que me dio por ponerme a mirar los demás ejercicios del libro. Cuando llegué al final, había un apartado que ponía: "ejercicios resueltos". Cogí ese apartado y lo copié entero, tardé una hora y media en acabar todo el cuadernillo. Cuando acabé eran las 15:00, tenía hambre y, al ver que mamá no llegaba, empecé a hacer mi comida.
Cogí una olla, la llené de agua hasta el medio, le eché las especias y lo puse a calentar. Cuando ya empezó a hervir eché los macarrones. En cuanto acabaron, eché tomate a los macarrones y me fui al salón a comer. Encendí la tele y me quedé en el primer canal que salió.
En cuanto acabé de comer, dejé los platos en la cocina y volví a mi habitación. Cogí el portatil y me conecté a Internet. A primera vista no había nadie interesante conectado. Seguí bajando la página de los contactos. Al fin encontré a alguien. Estaba conectado Martín. Le comencé a hablar. Haber que me cuenta, pensé.
-Hola, Martín.
-Hola, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Bien, esperando a que sea esta noche.
-¿Y eso?
-Pues que hoy hay fiesta, ¿no te lo han dicho?
-No... fiesta, ¿por qué?
-Pues porque el próximo fin de semana se va Nerea de viaje durante todo el verano, ¿no lo sabías?
-Pues no,... he estado un poco ocupado con los deberes y tal...
-Ah... pues ¿te vienes?
-No sé, ¿a qué hora es y dónde?
-Hemos quedado a las 21:30 en el parque de siempre.
-Ah, vale, pues se lo dire a mi madre y ya si eso te digo algo después, ¿estarás conectado?
-Si, supongo que si, pero que no sea muy tarde, vaya a ser que me encuentres duchandome, jajajaja.
-Vale, tranquilo, jajaja. Oye, me voy a seguir con los deberes, después te llamo.
-Venga, vale, después hablamos, cuídate, tío.
-Igualmente.

Miré una última cosa, me desconecté y empecé a buscar los cuadernillos. No encontraba el cuadernillo de física y química, así que hice matemáticas. Los ejercicios principales eran facilitos, pero en cuanto llegué al apartado tres se me complicaron los ejercicios. Los ejercicios eran de funciones, eran fáciles pero yo no los entendía muy bien, así que me cansé de pensar y me puse a hacer otra cosa más interesante. Me quedé en la silla sentado, mirando a mi alrededor. Ya está, leeré un libro, pero...¿cuál? Miré en la estantería, pero no había ninguno que me intrigase.  Me dispuse a buscar el cuadernillo de física y química, a ver si lo encontraba y adelantaba un poco. Me tiré más de media hora buscándolo, pero al fin lo encontré. Me volví a sentar en la silla y me puse a hacer deberes. Pasaron veinte minutos hasta que escuché la puerta. Era mamá.
-¿Hay alguien?-preguntó.
-Sí, estoy en la habitación-contesté.
Mamá subió por las escaleras, me dio un beso y se sentó en la cama, comenzandome a preguntar cosas.
-¿Qué has hecho hoy, hijo?
-Pues deberes, mamá.
-Así me gusta.
-Oye, mamá, te tengo que pedir una cosa...
-Dime.
-Hoy van a hacer una fiesta mis amigos para despedir a Nerea, que se va la semana que viene todo el verano fuera, y quería decirte...¿puedo ir?
-¿A qué hora habéis quedado?
-A las 21:30.
-¿Dónde?
-En el parque que está al lado de la parada de buses.
-Bueno, vale, pero te quiero a las doce como mucho en casa.
-Vale, gracias.
-Voy a recoger lo que he comprado.
-Vale, adiós.
¡Qué bien!, me deja ir. Voy a ver si está Martín conectado. Busco a ver si está,... no está,... voy a llamarle.
-Hola, ¿está Martín en casa?
-Sí, un momento.
Era la madre, iba a buscarle. Desde donde estaba el teléfono se les escuchaba hablar. La madre tiene una voz suave y delicada. Parece simpática. Nunca la he conocido en persona, pero no me importa. Yo llegaba Martín.
-¿Sí...?
-Hola, Martín, soy Adrián.
-Hey, ¿qué pasa, Adri?
-Pues aquí, aburridillo. Oye, te llamaba para decirte que sí que voy a la fiesta.
-Genial, pues ponte guapo y a las 21:30 allí.
-Vale, allí nos vemos, adiós.
-Adiós, tío.

Eran las 19:45, no sabía que hacer, así que preparé las cosas para irme a duchar. Comenzé a elegir la ropa que me iba a poner. Decidí ponerme unos pantalones blancos, una camisa negra y unos zapatos cómodos negros. Cogí los primeros boxers que encontré y me fui a la ducha. Como tenía tiempo, decidí ir lento. Tardé más de media hora en salir. En cuanto salí eran las 20:35, me puse los zapatos negros, cogí dinero, el móvil y las llaves. Le dí un beso a mamá y salí de casa, camino del parque.

sábado, 18 de junio de 2011

Capítulo dos.

Tardé 15 minutos en llegar a casa. Por el camino me conseguía aguantar las ganas de ir al lavabo; pero mientras subía en el ascensor, ya no aguantaba más, así que cogí las llaves, abrí la puerta rápidamente, tiré las cosas y fui al lavabo corriendo. Cuando salí del lavabo, saludé a mi madre, disculpándome por no haber saludado en cuanto entré por la puerta. Notaba rara a mi madre, le pregunté si le pasaba algo, me enseñó un folio.
-¿Qué es esto, mamá?-pregunté atemorizado por la cara que tenía.
-Míralo-respondió bastante enfadada.
Lo miré; ya entendía su enfado, eran las notas. Había suspendido cinco asignaturas: matemáticas, supongo que será por el examen de hoy; física y química, historia, ingles, y francés. Hay una sola cosa que no entiendo en estas notas, la nota de francés; me portaba super bien en clase, a excepción de los días que no tenía ganas de hacer nada, aprobaba todos los exámenes y demás. Bueno, daba igual: sería fácil recuperar la asignatura, supongo.
-¿Qué, te parece bonito?-preguntó mamá con tono burlón.
-Pues...-dije en voz bajita, atemorizado por si me echaba la bronca.
-Mira, no te castigo sin ir al campamento porque ya está pagado y no me devuelven el dinero, pero quiero en en lo que queda de mes me intentes avanzar la mayoría de las materias suspendidas, ¿me has entendido?
-Sí, mamá...-le respondí con la cabeza agachada.
Esa misma tarde, después de comer, fui a la librería a comprar las libretas de actividades. Estuve toda la tarde haciendo deberes de física y química, y francés. Lo bueno es que acabé lo de frances, ya que para mí es fácil porque es mi lengua preferida, por eso no entiendo el suspenso, pero da igual, solamente tendré que que entregar el cuadernillo y ya estaré aprobado.
-¡Adrián, a cenar!-chilló mamá.
-¡Ya voy!-respondí.
Bajé a cenar. En la mesa, estaba solamente mi madre, como de costumbre. Mi padre nos abandonó cuando yo tenía solamente dos años; ahora, a mis catorce años no recuerdo nada de él, sobre todo por el poco tiempo que hemos estado juntos. Solamente recuerdo su nombre, Joan.
-¿Te gustan los macarrones?-preguntó mamá con tono suave desde la ultima vez que la escuché.
-Sí,...están ricos-contesté.
Acabamos de cenar. Yo recogí la mesa y mamá lavó los patos. Le di un beso, le deseé buenas noches, me fui a mi habitación y me conecté a Internet.
Estaba Natalia conectada, así que me dispuse a hablarle.
-¡Hola, Nata!
-Hey, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Bien, me alegro.
-Yo también, ¿qué tal las notas?
-Bien,...bueno,...he suspendido dos, ¿y tú?
-Cinco, ¿cuales has suspendido?
-Biología y matemáticas, ¿y tú?
-Matemáticas, física y química, historia, ingles y frances.
-Dios, son muchas, ¿no crees?
-Ya, bueno. Oye, lo siento, pero me tengo que ir a dormir. Mañana hablamos, que descanses.
-Vale, mañana hablamos, duerme bien.
A los cinco minutos me fui a dormir, eran las 00:15, tenía sueño así que me puse el pijama y me metí en la cama. Estuve más de media hora pensando en qué podría hacer mañana, a lo mejor empezaba lo de matemáticas e ingles. Lo bueno, es que de historia solamente tendría que hacer un examen así que estudiaría la semana antes. Pasaron diez minutos más y me quedé dormido.

viernes, 17 de junio de 2011

Capítulo uno.

Principios de junio, hacía mucho calor y todos queríamos acabar las clases de una vez. Era sexta hora, había acabado el examen de matemáticas, me fue bien, pero no me esperaba el aprobado.  Juan, el chico que se sentaba detrás de mí, ya había acabado, así que decidí hablar con él.
-¿Qué tal el examen?-me preguntó en tono bajito para que no nos escuchara el profesor.
-Bien, era fácil, pero no espero aprobar-le respondí con tono ronco.
-Adrián y Juan, estamos en un examen, así que silencio-nos gritó el profesor enfadado.
Los dos, un poco asustados por sus gritos nos dimos la vuelta y nos empezamos a enviar notitas.
-K haras este verano?-escribió Juan con su absurda, pero divertida de escribir notitas.
-Pues, de momento, iré a un campamento, ¿y tú?-escribí
-Yo ire de fiestuki, a la playuki y a mimir a pierna suelta- escribió él riendose cuando me pasó la notita.
Sonó el timbre, todo el mundo entregó el examen al profesor y salieron corriendo dejando las mesas y demás a retortero.
Salimos al patio. Algunos comentaban el examen; otros, en cambio, hablaban sobre lo que harían este verano. Yo era uno de ellos. Les comenté que me iba a un campamento todo el mes de julio. Luis y Óscar se enfadaron porque ellos cumplían en el mes de julio y no podría estar en sus cumpleaños por el campamento, pero les dije que no pasaba nada, que les recompensaría.
¡"Riiiiing"!
-¡Ostia, el timbre, vamos a clase!- dijo un chaval con tono cansado.
-Bf, vamos- resoplamos todos.
Ahora toca castellano con la señorita Cano, mi profesora favorita. No le digo favorita por ser un pelota, sino porque me encanta como da las clases, como se comporta con nosotros; en especial conmigo, ya que soy como su ojito derecho.
Todo el mundo estaba haciendo ruido, la señorita Cano apenas podía hablar, así que exclamó con un tono bastante brusco.
-¡Buenos días, chicos!-exclamó.
-Buenos días, señorita-respondí yo.
-Gracias por escucharme, Adrián; veo que en esta clase solamente tú me atiendes.
Yo me quede en silencio, ya que no sabía que responderle.
Pasaron cinco minutos hasta que la profesora pudo hablar.
-Hoy, debido a que es el último día del curso, me vais a contar que tenéis pensado hacer este verano-dijo la profesora con un tono pícaro.
-Liarme con la mitad de las chicas del pueblo-soltó el graciosillo de clase, provocando las risas de todos los de clase.
-Muy gracioso, Alán. ¿Algún voluntario?
Nadie levantó la mano, así que la profesora le preguntó a un alumno al azar.
-Alberto, dime, ¿qué harás este verano?-preguntó.
-Pues yo, profe,...iré a la playa, estudiaré para los exámenes de septiembre; en fin, lo normal-contestó el chaval, sonrojado por lo tímido que era.
-Muy bien, me parece bien, espero que te vaya bien en los exámenes de septiembre. ¿Y tú, Adrián, que harás estas vacaciones?-me preguntó.
-Pues yo me iré a un campamento todo el mes de julio-le respondí excitado.
-Pues ¡que te diviertas mucho!-exclamó.
¡"Riiiiing"!
Volvió a sonar el timbre, todos volvieron a salir corriendo, la mayoría de ellos se pusieron a hablar en medio del pasillo de que tendrían que quedar algún día para ir a la playa y de fiesta.
Yo fui uno de los que se fueron rápido a casa, principalmente porque tenía mucha hambre y unas ganas tremendas de ir al lavabo.

Summer Camp

Buenas
A continuación voy a poner una historia que está hecha por mí, así que os pido que no la copiéis y os ganéis vosotros todo el mérito.
La historia se va a llamar Summer Camp, espero que os guste y que la sigáis.
La historia:


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Prólogo.

-Deberías salir un rato,¿no crees?-dijo mamá un poco preocupada.
-¿Y con quién quieres que salga, mamá?-dije yo con tono enfadado.
-Pues con tus amigos, ¿no?- preguntó ella.
-Claro mamá, ¿cómo? Si todos pasan de mí-le respondí
-¿Y cómo es eso?¿Qué ha pasado?-volvió a preguntar con la voz un poco ronca por la preocupación.