lunes, 20 de junio de 2011

Capítulo cinco.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, eran las 14:00. No entendía cómo había dormido tanto, sería porque estaba cansado. Pero era extraño, mamá me suele despertar como muy tarde a la una, pero esa vez no me había despertado... Me levanté de la cama y fui al salón a ver si estaba allí, pero no.
Después fui a su habitación y, efectivamente, estaba allí, durmiendo tan plácidamente.
-Mamá, despierta.
-¿Eh? ¿Qué pasa, hijo?
-Pues que te has quedado dormida.
-¿Y qué hora es?
-Las dos de la tarde.
-¿Tanto he dormido?
-Sí, mamá.
-Bueno, pues enseguida me levanto y hago la comida. ¿Qué quieres comer?
-Hmmm, no sé,... me apetece una tortilla de patatas, pero con cebolla dulce, como a mí me gusta.
-Bueno, vale. Enseguida me pongo a hacerla.
-De acuerdo.
Fui camino a mi habitación, cerré la puerta, dejando a mamá durmiendo esos minutitos de más. Me puse a buscar el libro de física y química, ya que el día anterior no lo encontré y tenía que acabar los ejercicios. Me tiré más de quince minutos buscándolo, hasta que lo encontré. Estaba escondido debajo de la ropa sucia. Decidí arreglar mi ropa sucia y mandarla a lavar antes de que mamá me llamase para comer. Había bastante ropa, se puede decir que llené una cesta entera. Bajé la cesta a la cocina, que es donde está la lavadora. En cuanto bajé mi madre me comenzó a hablar.
-Adri, pon la mesa, hijo.
-Vale, mamá. ¿Dónde está el mantel?
-En el cajón que tienes a tu derecha.
-Vale.
Puse la mesa; los cubiertos, los vasos, las bebidas y la tortilla, que ya estaba hecha. Comí super bien, la tortilla estaba muy rica y jugosa. En cuanto acabamos de comer, recogí la mesa y lavé los platos, ya que mamá me lo había pedido. Cuando acabé fui a mi habitación. Comencé a hacer ejercicios de física y química. Cuando me aburrí, cogí todos los cuadernillos y miré cuánto me quedaba. No me quedaba mucho: de matemáticas me quedaban seis temas; de física y química, siete; de sociales todavía tenía que preparar el examen; y, por último, de ingles y francés ya lo había acabado. Encendí el ordenador, no había nadie interesante conectado, así que decidí dejarlo encendido, poner música y seguir haciendo deberes de matemáticas. Cuando acabé los deberes de matemáticas, comencé a subrayar el libro de sociales. Solamente lo subrayé porque ya estaba cansado de tantos mapas y tanto todo. Cuando acabé ya eran las nueve de la noche, mamá me dijo si quería cenar, pero le dije que no, no tenía mucha hambre en ese momento. Cuando mamá cerró la puerta miré a ver quien había conectado. Solo habían nueve personas: mi primo Manu, mi prima Aída, Alan, Martín, Nata, Nerea, Carol, Samu y Vero. Pensé; con mis primos no voy a hablar porque seguro que mencionaran lo de las notas y tal... Con Martín, Carol, Samu y Vero no voy a hablar porque estaran muy ocupados hablando de sus cosas y paso de esperar media hora a la contestación de alguien. Me faltan: Alan, Nata y Nerea. Con Nata ya hablé el otro día y no creo que me vaya a contar gran cosa nueva. A Nerea ya la vi ayer y no quiero que me cuente nada de lo que pasó después de que me fuera. Solo me queda Alan. Voy a hablarle a ver que me cuenta, me dije a mí mismo.
-Hola, ¿qué tal?
-Hola, bien, ¿y tú?
-Bien, aquí aburrido y cansado.
-Jajaja. ¿Qué te cuentas?
-Pues nada, aquí aburrido, ¿y tú?
-Pues hablando con Martín y Samu de ir a la playa todos los del grupo el martes, ¿te apuntas?
-Hmmm, suena tentador. Vale, me gusta la idea.
-Genial. Pues ya te diré algo de hora, lugar, playa y qué tendras que llevar, ¿vale?
-De acuerdo, pero no me lo digas muy tarde, ¿eh?
-No no, que si no despues no vienes, jajaja.
-Pues por eso.
Pasaron veinte minutos y él no me volvía a decir nada, no sabía que decirle así que yo también me quedé callado. Pasaron otros veinte minutos, en todo ese rato yo estaba viendo vídeos en YouTube para entretenerme, y en el momento que menos me lo esperaba, se me fue Internet. Genial, dije en mi cabeza irónicamente. Como veía que no volvía Internet, apagué el ordenador, fui al baño, volví a la habitación, cogí el libro de sociales y comencé a subrayarlo de nuevo. No tenía sueño y pensé: "ésta es la única manera en la que me puede entrar sueño" y sí, fue verdad. Acabé un tema entero y, de lo aburrido que era, comencé a bostezar un montón. Me quedé dormido con el libro encima de la cara, solo que cuando me desperté en medio de la noche estaba tirado por el suelo, claro, al haberme movido tanto, se cayó.

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