lunes, 20 de junio de 2011

Capítulo seis.

Ya era martes, habíamos quedado a las 12:00 en la entrada de la playa. Yo me desperté a las 10:30, no estaba mamá despierta, así que intenté hacer el menor ruido posible. Bajé a la cocina, me preparé mi bol con cereales y subí a mi habitación para hacer la mochila mientras comía. Acabé de hacer la mochila y el desayuno. Volví a bajar a la cocina y comencé a hacerme un bocadillo de jamón para comer algo en la playa. Subí al baño y me puse el bañador. En cuanto salí del baño me puse a buscar las chanclas. Mi casa está a media hora de la playa andando, así que fui andando. Cuando salí de casa, eran las 11:25, así que no iba a llegar muy tarde. En cuanto llegué, no había nadie, solo un grupito de chicas guapas esperando a saber qué.
A los minutos, comenzaron a venir los demás, se ve que se habían encontrado por el camino o algo, porque venían todos juntos, pero bueno, no me importaba, estaba dispuesto a divertirme y no dejar que nada me influyese de una forma negativa.
En cuanto entramos a la playa, todos nos quitamos la ropa, descubriendo el bañador que llevábamos debajo de la ropa. Los bañadores eran sencillos, no muy complicados, algunos tenían dibujitos graciosos, otros en cambio, eran tan simples que solamente tenían el color de la tela y nada más.
Nos metimos rápido en el agua, ya que hacía mucha calor y se puede decir que todos estábamos sudando del calor que teníamos. A medida que pasaba el tiempo en el que estábamos en el agua, la gente se iba alejando a la orilla. Yo, fui uno de los primeros en irme, ya que el agua estaba fresquita y muy buena, pero la sal ya me estaba empezando a afectar en los ojos y eso no me gustaba nada en absoluto.
Cuando salí, me di cuenta de que las chicas que estaban en la entrada estaban echadas mientras tomaban el sol. Una de ellas, se dio cuenta de que la estaba mirando, así que se quedó mirándome. Nos quedamos los dos a la vez mirándonos, nuestras miradas se cruzaron por completo y se podía decir que con una simple mirada nos lo decíamos todo. A ella le empezó a salir una grande, pero tímida sonrisa que me contagió a mi también. Parecíamos tontos, los dos mirándonos y sonriendo sin venir a cuento. Una de sus amigas se dio cuenta de nuestras miraditas, así que intervino. La amiga le dijo a saber qué al oído, solo sé que la chica de las miraditas se sonrojó. Yo me di media vuelta para ver que estaban haciendo los demás. Todos me estaban mirando con cara de "venga, acercate". Y me comenzaron a decir que fuese, pero yo me negaba.
-Venga, ve: es mona-me decía Alan.
-Que no pienso ir-respondía con tono serio.
-Pero venga, suéltate-me dijeron Laura y Nerea.
Al final, tanto me insistieron ellos y yo tanto me negaba para nada. La chica se estaba acercando a mí. Todos se quedaron asombrados y yo no sabía que decir. Cuando la chica apareció y me saludó, la cogí y me la llevé a dar una vuelta por la playa, ya que obviamente mis amigos iban a estar pendientes y sus amigas no nos iban a quitar la vista de encima y nos sentiríamos bastante vigilados. Mientras andábamos por la playa íbamos hablando, lo único que un poco cortados.
-Bueno, ¿cómo te llamas?-pregunté.
-Sofía, ¿y tú?
-Yo soy Adrián, pero me puedes llamar Adri, si quieres.
-Vale-respondió con una sonrisilla tímida-, ¿y cuántos años tienes?
-Catorce para quince, ¿y tú?
-Catorce para quince, también.
-Nos hemos alejado bastante por lo que se ve.
-Pues sí, bueno, es que con esta buena compañía te alejas de todo lo ajeno.
-Jajaja, gracias, tu compañía también es muy buena-le dije bastante sonrojado.
-De nada, es la verdad.
Sofía se me acercó bastante a mí, supongo que estaba bastante cómoda. Alcé el brazo y se lo puse por el hombro, ella me puso la mano en la cintura. Parecíamos una de esas parejitas que van juntos a la playa. La mayoría de la gente se nos quedaba mirando, pero a nosotros no nos importaba, estábamos muy tranquilos los dos juntos riéndonos de nuestras tonterías. Hubo un momento que nos dio a los dos por volvernos para atrás. Estábamos bastante lejos, así que decidimos volver, aunque no queríamos porque ambos sabíamos perfectamente que nos preguntarían a ambos qué había pasado. Por el camino me enviaron un sms, ya que llevaba el móvil. Era Martín. Quería que volviésemos pronto porque ellos tenían en mente irse y no iban a dejar mis cosas allí abandonadas. Yo le contesté con otro sms, decía textualmente: "Ya vams, estams de camino". Sofía al ver que tenía el móvil me lo cogió y comenzó a escribir una cosa en él, pero, por culpa del sol, no lo podía leer perfectamente. Me lo devolvió y me dijo: "guárdalo bien". No sabía a qué se refería pero le asentí. En cuanto llegamos, las amigas de Sofía no estaban, se habían ido, pero dejaron las cosas de ella a mis amigos.
-Tus amigas se fueron hace bastante rato, pero nos dejaron tus cosas-explicó Nata.
-Joder, ¿y no os dijeron nada?
-No... solo nos dijeron: "nosotras nos tenemos que ir, ¿os podéis quedar vosotros con las cosas de nuestra amiga?-comentó Nerea.
-Vale, gracias por todo, ya hablaré yo con ellas. Por cierto, soy Sofía.
-Encantada, yo soy Nata y ella es Nerea.
-¿Y los demás?-preguntó.
-Mira, él es Alan-dijo, ya que él estaba a su lado.
-Encantada.
-Los demás son: Martín, Laura, Carol, Samu, Vero y como ya sabrás él es Adri-dijo, señalando mientras decía sus nombres.
-Jajaja, sí, encantada.
-Igualmente-respondieron todos al unísono.
-Y, bueno, ¿ahora como te irás a tu casa?-preguntó Samu.
-Pues vivo a una media hora aproximádamente de aquí, pero en principio me iba a ir con mis amigas, todas juntas.
-Ya,... ¿dónde vives?-preguntó Nata.
-Vivo por la plaza, que hay al lado una panadería y una tienda de gominolas.
-Anda, mira que casualidad, vives cerca de Adri-dijo Alan con tono pícaro.
-¿Es verdad?-preguntó Sofía bastante sonrojada.
-Sí,... si quieres vamos juntos-dije yo, también sonrojado.
-Bueno, vale...-respondió ella bastante cortada.
-Bueno, chicos, tenemos que recoger ya, que es tarde-dijeron Laura y Carol.

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